La ductilidad es la capacidad de un material para sufrir deformaciones sin romperse. Es la propiedad opuesta a la fragilidad. Por convención, se consideran dúctiles aquellos materiales que, en el ensayo de tracción, admiten alargamientos relativos superiores al 5% antes de la rotura. Algunos ejemplos de materiales dúctiles son el acero o el aluminio.